Añoranza.
En ocasiones, cuando más estamos relajados, somos nosotros mismos los que nos dejamos caer en la añoranza, recordar ese momento en el que fuimos felices o creímos serlo y regresar con nuestra mente a visitar al pasado. Si por una cosa nos caracterizamos los humanos es por recordar con preciso detalle cada instante que vivimos y que nos marca de por vida. Puede que ya seamos felices, que nos sintamos libres, que ya hayamos rehecho nuestra vida con otras personas que sí decidieron quedarse para siempre, o no, a nuestro lado. Es hermoso recordar momentos divertidos, de pasión, ternura... Siempre y cuando mantengamos la firme separación entre recuerdo y obsesión por lo que ya no está, lo pasado, lo ya muerto, podremos tener estas pequeñas evasiones al pasado. A todos nos gusta recordar las peripecias que hicimos de pequeños, nuestros amigos de la infancia e incluso, el primer amor o primer logro de nuestras vidas. Incluso escuchar alguna ...