Añoranza.

En ocasiones, cuando más estamos relajados, somos nosotros mismos los que nos dejamos caer en la añoranza, recordar ese momento en el que fuimos felices o creímos serlo y regresar con nuestra mente a visitar al pasado.

Si por una cosa nos caracterizamos los humanos es por recordar con preciso detalle cada instante que vivimos y que nos marca de por vida.

Puede que ya seamos felices, que nos sintamos libres, que ya hayamos rehecho nuestra vida con otras personas que sí decidieron quedarse para siempre, o no, a nuestro lado. Es hermoso recordar momentos divertidos, de pasión, ternura... Siempre y cuando mantengamos la firme separación entre recuerdo y obsesión por lo que ya no está, lo pasado, lo ya muerto, podremos tener estas pequeñas evasiones al pasado.

A todos nos gusta recordar las peripecias que hicimos de pequeños, nuestros amigos de la infancia e incluso, el primer amor o primer logro de nuestras vidas. Incluso escuchar alguna canción o ver alguna película puede producir catarsis en nosotros y traernos nostalgia: dolor por el recuerdo. No siempre ha de ser negativo el dolor, también puede ser placentero, producirnos lágrimas de alegría por algo que nos levantó el ánimo en su momento. No lloremos por algo que nos dejó mal aliento, por alguien que nos hizo pasar momentos duros y horribles en nuestra vida, si en todo caso alguna vez recordamos, quedémonos con los buenos momentos que sucedieron.

En mi vida, he tenido varios momentos de añoranza y segurísimo que los seguiré teniendo hasta el día en que me toque irme de aquí, y no, ni a las personas que más me hayan podido hacer daño les guardo rencor, al revés, siempre tendré la cabeza bien alta con una sonrisa de oreja a oreja, porque el pasado es pasado, y las cosas malas se perdonan y olvidan. Pienso que siempre podemos añorar cosas que ya no están, pero no debemos paralizar nuestro presente por cosas del pasado. "Si pudiera regresar cambiaría aquello que..." seguro que habéis dicho millones de veces esa frase, pero hay que saber que lo hecho, hecho está y que en el pasado no valen cambiar los acontecimientos porque por algo sucedieron.

Somos dueños de nuestro destino, nuestra historia: cada ápice que cambiemos de ella, dará un giro al qué ocurrirá en el futuro.

No te obsesiones por algo que ya no puede ser, porque mientras que sigues mirando fijamente a una puerta cerrada, te estarás perdiendo a miles de puertas que se abren con el paso de los años.

15/1/2014-AMR~♥

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