Abismo y salvavidas.
Tengo clara una cosa, y puedo decirlo: los estados de ánimo, ni la vida son un jodido palíndromo. No es equitativa nunca ni de un lado, ni de otro. Un día puedes estar tocando el cielo con las manos y al otro estar en un dichoso y tedioso abismo. Lo malo es cuando, sin darte cuenta, pasas más noches de asilo de la cuenta en el infierno y casi que te quedas a vivir ahí y no eres consciente. Estar hospedada constantemente en el abismo de mis emociones no es nada recomendable: todo se nubla, no encuentras la esperanza por ningún lado y lo que más te ciega es, obviamente, la oscuridad. Parece que el simple hecho de estar viva es una tortura a pagar día tras día, noche tras noche. La culpa pesa tanto física como psicológicamente, el dolor se incrementa, quema, destruye. Empiezan a flaquearte las piernas, te flaquea el último atisbo de felicidad que residía en ti, y, como un último empujón: te caes. Pierdes toda fuerza de forma cuasi definitiva, o al menos es lo que se te pasa por la ca...