Memorias del condenado y susodicho pasado.
Me pregunto en ocasiones el por qué a veces la vida es tan injusta, mas no hallo respuesta. El pasado es a veces, rudamente dicho, un gran hijo de puta: propio o ajeno a nosotros, y aun ajeno, como si fuera un fantasma que nos persiguiera constantemente recordándonos que, efectivamente, NO somos el primer recuerdo de nadie en éste mundo.
Es algo relativo ésto del pasado. Puedes sumergirte en sus aguas y recordar cosas increíbles que viviste y ya no están, o bien, pueden decir, algunas veces, equívocamente, quiénes somos, a quiénes quisimos o amamos o de qué pasta estuvimos o aún estamos hechos.
La vida es un camino en el que existen piedras que a veces nos hacen caernos, y somos nosotros los humanos los que podemos tropezar una y otra vez con la misma piedra, creando una característica algo masoquista en nosotros. A veces, cuando hay personas que tienen un pasado que no nos agrada o personas que estuvieron antes de ti, quisiéramos alejarnos de ellas, porque por mucho que tratemos de ser mejores, nunca van a desaparecer esos fantasmas que quedaron de su pasado, e incluso, a veces, vuelven a incordiar para destrozar todo lo que se quiere crear en el presente.
Hay cosas que se quieren recordar: momentos con la familia de ocio, el día en el que después de tantos golpes aprendiste a manejar la bicicleta, tu primer viaje, tus primeros amigos, el primer beso incluso, etc... Pero hay otras que no se desean recordar: cuando perdiste a alguien importante, quizá una ruptura sentimental propia o ajena que te conmocionó y dejó huella o tal vez, cuando casi destrozan tu relación de pareja por terceras personas o el día en el que tus padres se separaron y tuviste que empezar a asimilar que nunca ibas a volverlos a ver juntos e ibas a tener que aprender a valerte por ti mismo.
Pasado, a veces eres un capullo, pero otras, te aprecio y deseo tenerte en mi presente. Sé que tenemos una relación agridulce tú y yo, así como los demás lo tienen contigo, pero solamente tengo que decir que gracias a ti tengo presente, tengo historia y un largo camino hacia mi futuro.
Es algo relativo ésto del pasado. Puedes sumergirte en sus aguas y recordar cosas increíbles que viviste y ya no están, o bien, pueden decir, algunas veces, equívocamente, quiénes somos, a quiénes quisimos o amamos o de qué pasta estuvimos o aún estamos hechos.
La vida es un camino en el que existen piedras que a veces nos hacen caernos, y somos nosotros los humanos los que podemos tropezar una y otra vez con la misma piedra, creando una característica algo masoquista en nosotros. A veces, cuando hay personas que tienen un pasado que no nos agrada o personas que estuvieron antes de ti, quisiéramos alejarnos de ellas, porque por mucho que tratemos de ser mejores, nunca van a desaparecer esos fantasmas que quedaron de su pasado, e incluso, a veces, vuelven a incordiar para destrozar todo lo que se quiere crear en el presente.
Hay cosas que se quieren recordar: momentos con la familia de ocio, el día en el que después de tantos golpes aprendiste a manejar la bicicleta, tu primer viaje, tus primeros amigos, el primer beso incluso, etc... Pero hay otras que no se desean recordar: cuando perdiste a alguien importante, quizá una ruptura sentimental propia o ajena que te conmocionó y dejó huella o tal vez, cuando casi destrozan tu relación de pareja por terceras personas o el día en el que tus padres se separaron y tuviste que empezar a asimilar que nunca ibas a volverlos a ver juntos e ibas a tener que aprender a valerte por ti mismo.
Pasado, a veces eres un capullo, pero otras, te aprecio y deseo tenerte en mi presente. Sé que tenemos una relación agridulce tú y yo, así como los demás lo tienen contigo, pero solamente tengo que decir que gracias a ti tengo presente, tengo historia y un largo camino hacia mi futuro.
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